viernes, 28 de marzo de 2014

"Día Mundial del Teatro"

Ante la celebración del "Día Mundial del Teatro" quiero celebrarlo a mi manera y según mis recuerdos... algo que hizo nacer el mí pasión por este medio de expresión y comunicación entre las personas:

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Así con el nombre de "comedias" se nombraba a cualquier representación teatral que durante muchos años se dieron en Yanguas y con calidad encomiable.
Me llegó un "pequeño tesoro" durante mi estancia en Yanguas la pasada Semana Santa: un cartel de comedias de 1942. En él se anuncia la "VELADA TEATRAL" en la que participaban personas del pueblo - muchas de ellas ya nos dejaron- y destaca la tipografía de NICOLÁS VALDECANTOS - del que tengo el orgullo de ser su hijo - definido como "Dos grandes creaciones del famoso actor "" As de la RISA"" NICOLÁS VALDECANTOS" : Cuentan y no acaban de aquella representación...
Pasados los años algunos  y algunas continuamos con aquella tradición y representamos obras muy dignamente y con notable éxito; todo dirigido por los por entonces Scerdotes D. Brenabé y D. Gregorio. En vacaciones de navidad tocaba, después de la cena, ir al Casino y allí ensayar para reresentar en Reyes por dos veces: una para personas del pueblo y otra para forasteros. Anecdotas? muchas... destacaré que en una ocasión salimos de nuestro entorno y "fuimos de gira" a Enciso, siendo la ganancia neta de 17 pesetas y que durante uno de los ensayos asistimos ensimismados a algo que nos dejaba el progreso:  pasar del alumbrado eléctrico que se suministraba desde el molino del Trintrán - y que iluminaba a ratos durante la noche - a la ofrecida por otra empresa durante todo el día. También recuerdo muy bien las celebraciones entre actores y actrices: cena en "el hogar".
Fueron vivencias muy positivas con algún susto en alguna puesta en escena.
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 Y ahí queda este maravilloso mensaje de Brett Bailey para el Día Mundial del Teatro 2014:


Donde quiera que haya sociedad humana, el irreprimible Espíritu de la Representación se manifiesta.

Bajo los árboles de pequeñas aldeas y sobre sofisticados escenarios en grandes metrópolis; en salones
de actos de colegios y en campos y en templos; en suburbios, en plazas públicas, en centros cívicos y
en los subsuelos de las ciudades, la gente se reúne en comunión en torno a los efímeros mundos
teatrales que creamos para expresar nuestra complejidad humana, nuestra diversidad, nuestra
vulnerabilidad, en carne y hueso, aliento y voz.

Nos reunimos para llorar y para recordar; para reír y contemplar; para aprender, afirmar e imaginar.
Para maravillarnos ante la destreza técnica, y para encarnar dioses. Para dejarnos sin respiración ante
nuestra capacidad de belleza, compasión y monstruosidad. Vamos para llenarnos de energía y poder.
Para celebrar la riqueza de nuestras diferentes culturas, y para hacer desaparecer las barreras que nos
dividen.

Donde quiera que haya sociedad humana, el irreprimible Espíritu de la Representación se manifiesta.
Nacido de la comunidad, lleva puestas las máscaras y vestimentas de nuestras distintas tradiciones.
Utiliza nuestras lenguas, ritmos y gestos, y abre un espacio entre nosotros.

Y nosotros, los artistas que trabajamos con este antiguo espíritu, nos sentimos impulsados a
canalizarlo a través de nuestros corazones, nuestras ideas y nuestros cuerpos para revelar nuestras
realidades en toda su cotidianeidad y su rutilante misterio.

Pero en esta época en la que tantos millones de personas luchan por sobrevivir, sufren bajo regímenes
opresivos y el capitalismo depredador, huyen del conflicto y la escasez; en la que nuestra privacidad es
invadida por servicios secretos y nuestras palabras censuradas por gobiernos intrusivos; en la que se
aniquilan los bosques, se exterminan especies y se envenenan los océanos: ¿Qué nos sentimos
impulsados a revelar?

En este mundo de poder desigual, en el que distintos órdenes hegemónicos intentan convencernos
de que una nación, una raza, un género, una preferencia sexual, una religión, una ideología, un marco
cultural es superior al resto, ¿se puede realmente defender la idea de que las artes deberían apartarse
de las agendas sociales?

Nosotros, los artistas de escenarios y ágoras, ¿nos conformamos con las demandas asépticas del
mercado, o utilizamos el poder que tenemos: para abrir un espacio en los corazones y las mentes de la
sociedad, para reunir gente a nuestro alrededor, para inspirar, maravillar e informar, y para crear un
mundo de esperanza y colaboración sincera?










 

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